miércoles, 23 de septiembre de 2009

La doble traición de la Phillips

Por Fidel Castro.

En esta reflexión de Fidel Castro queda en claro por qué el bloqueo es una realidad que afecta (y de qué manera) a la economía cubana. Y es además un ejemplo muy concreto de cómo Estados Unidos ejecuta esta práctica genocida contra Cuba.
Estados Unidos es el mayor propietario de patentes en el mundo. Ha robado cerebros de todos los países, desarrollados o en desarrollo, que realizan investigaciones en numerosas esferas, desde la producción de armas de exterminio masivo hasta las de medicamentos y equipos médicos. Por ello el bloqueo económico y tecnológico no es algo que sirva solo de pretexto para culpar al imperio por las dificultades propias.
La salud pública es uno de los campos en que nuestro país avanzó más, a pesar de que Estados Unidos sustrajo casi el 50 por ciento de los médicos graduados en la única universidad de Cuba, que ascendían a más de 5 000, muchos de los cuales carecían de empleo.
En esa área se escribió una de las más hermosas páginas de cooperación internacional de la Revolución Cubana, iniciada con el grupo de médicos que se envió a la recién independizada Argelia, hace casi medio siglo. Aquella política no cesó, y en ese campo tan humano nuestro país goza de reconocimiento universal.
Nadie suponga que fue tarea fácil. Estados Unidos hizo lo posible por evitarlo. Durante el tiempo transcurrido realizó el máximo esfuerzo por sabotearla. Aplicó contra Cuba todas las variantes posibles de su criminal bloqueo económico que, más adelante, en virtud de la Ley Helms Burton, adquirió carácter extraterritorial durante la administración de Bill Clinton.
Cuando el campo socialista se derrumbó, y meses después su principal baluarte, la Unión Soviética, se desintegra, Cuba decidió seguir luchando. Ya entonces nuestro pueblo había adquirido un alto nivel de conciencia y cultura política.
En 1992, Hugo Chávez dirige el levantamiento militar contra el gobierno oligárquico burgués del pacto de Punto Fijo, que durante más de tres décadas había saqueado a la patria de Bolívar. Sufre prisión como nosotros. Visita a Cuba en 1994 y años después, con pleno apoyo de su pueblo, alcanza la presidencia e inicia la Revolución Bolivariana.
El pueblo de Venezuela, igual que el de Cuba, tuvo que enfrentar pronto la hostilidad de Estados Unidos, que programó el golpe de Estado fascista del 2002, derrotado por el pueblo y los militares revolucionarios. Meses después sobrevino el golpe petrolero, que fue el momento más difícil, en el cual brillaron de nuevo el líder, el pueblo y los militares venezolanos. Chávez y Venezuela nos brindaron toda la solidaridad en pleno Período Especial, y nosotros les brindamos la nuestra.
Ya entonces nuestro país contaba con no menos de 60 mil médicos especializados, más de 150 mil maestros experimentados y un pueblo que había escrito brillantes páginas internacionalistas. Después del golpe petrolero comenzó el río de nuestros colaboradores para los programas de educación y salud, y cooperaron con la Revolución Bolivariana en uno de los más profundos y rápidos programas sociales que se haya llevado a cabo en algún país del Tercer Mundo.
Cito estos antecedentes porque son indispensables para enjuiciar la perfidia del imperialismo, y comprender el tema que abordo hoy: la claudicación y la traición a Cuba y Venezuela de quien fuera una conocida y relativamente prestigiosa multinacional europea: la transnacional holandesa Philips, especializada en la fabricación de equipos médicos.
Sobre el tema escribí una Reflexión hace dos años, el 14 de julio de 2007, pero no quise mencionar su nombre. Tenía todavía esperanza de que rectificara.
Habíamos cooperado con el pueblo de Venezuela para crear uno de los mejores sistemas de salud. Allí han prestado sus servicios decenas de miles de médicos especializados y otros profesionales cubanos de la salud. El presidente Hugo Chávez, satisfecho con el trabajo de los primeros contingentes que viajaron a Venezuela para laborar en Barrio Adentro —un programa destinado a llevar los servicios de salud a las zonas urbanas y agrícolas más pobres del país—, en una de sus visitas a Cuba nos solicitó la creación de un programa que pudiera beneficiar a todos los sectores de la población venezolana de clase pobre, media o rica. Surgieron así los Centros Diagnósticos de Alta Tecnología; estos complementarían la tarea de los 600 Centros de Diagnóstico Integral que, como policlínicos de amplios servicios, con sus laboratorios y equipos, apoyarían a los consultorios de Barrio Adentro. Un número elevado de centros de rehabilitación asumirían la humana tarea de enfrentar cualquier tipo de incapacidad física o motora.
En virtud de esa solicitud del Presidente, adquirimos los equipos pertinentes para 27 Centros Diagnósticos de Alta Tecnología, distribuidos en los 24 Estados venezolanos, tres de los cuales por su elevada población llevan dos de ellos.
Es norma nuestra contratar siempre el equipamiento médico con las firmas más prestigiosas y avanzadas a nivel mundial. Procuramos incluso que en los suministros de los equipos más complejos participen por lo menos dos de las firmas más especializadas.
De este modo, los equipos más sofisticados y costosos de imagenología, como el Tomógrafo Computarizado Multicorte, la Resonancia Nuclear Magnética, el Ultrasonido Diagnóstico y otros similares fueron adquiridos a la firma alemana Siemens y a la holandesa Philips. Ninguna de las dos produce desde luego todos los equipos, pero sí algunos de los más complejos y sofisticados. Ambas debían competir en calidad y precio. Adquirimos medios para diagnóstico de las dos firmas para Venezuela y para Cuba, donde desarrollábamos un plan similar de servicios médicos, que en los años de pleno Período Especial había recibido muy pocos recursos.
En más de 10 especialidades diferentes adquirimos equipos de ambas firmas para los servicios de los dos países. No señalaré los de la firma alemana Siemens, que cumplió sus compromisos. Me limitaré a Philips; esta suministró equipos para 12 especialidades en las que compartió con la otra firma los más importantes y costosos: 15 Tomógrafos de 40 cortes, 28 de Resonancia Magnética Nuclear de 0,23 tesla, 8 Mesas Telecomando para Urología, 37 Ultrasonidos Diagnósticos 3D, 2 Angiógrafos de Neurología, 2 Angiógrafos de Cardiología, 2 Polígrafos, 1 Cámara Gamma de doble cabezal, 3 Cámaras Gamma de simple cabezal, 250 Rayos X móviles, 1 200 Monitores no invasivos y 2 000 Monitores Desfibriladores.
En total 3 553 equipos con un valor de 72 millones 762 mil 694 dólares.
Personalmente participé en las negociaciones de estas compras con las dos firmas.
Los precios discutidos equipo por equipo implicaban importantes reducciones de precio, puesto que se compraban al contado y en cantidades elevadas, uniendo los destinados a Cuba y Venezuela. De otra forma no podrían adquirirse con la urgencia que se requerían, especialmente en ese país, dadas las necesidades acumuladas en los sectores más pobres de su población total, que rebasaba ya los 27 millones de personas.
Estaban destinados los más complejos a los Centros de Alta Tecnología, los menos complejos y abundantes a los Centros Diagnósticos de Barrio Adentro, aunque no eran los únicos a utilizar en esos centros. Casi todos se adquirieron a principios del 2006.
Enfermé gravemente a fines de julio de ese año. La Philips suministró piezas hasta fines del 2006. En el 2007 se detuvo totalmente: ni una sola fue suministrada.
En el mes de marzo de ese año se envió una representación cubana a Brasil, donde estaba la sede de la oficina principal de la firma Philips para América Latina que negoció con Cuba. Comenzaron a explicar sus dificultades. El gobierno de Bush les había exigido la información pormenorizada de los equipos suministrados a Cuba por la firma, alegando que algunos de ellos contenían programas y en ocasiones componentes de patente yanki, y la Philips había entregado la información solicitada acerca de los adquiridos a esa firma para Cuba y Venezuela. Nunca había surgido con ella el menor problema.
El jefe de la Philips en Brasil le dijo textualmente a la representación cubana: "Hay una intransigencia brutal del Gobierno de Estados Unidos en relación a las regulaciones de equipos y las solicitudes de permisos con respecto a Cuba."
"Yo sé que el problema afecta el plan del Comandante. Nuestra organización está afectada y amenazada. Todas nuestras organizaciones tienen mucho miedo". De inmediato repite: "tienen mucho miedo".
Añadieron finalmente que ellos querían cooperar y buscarían fórmulas.
A mediados de julio de 2007, en una llamada Conferencia de la Casa Blanca sobre las Américas, Bush, la Secretaria de Estado y otros líderes del Gobierno de Estados Unidos "hablaron hasta por los codos", según anunciaba la AP, sobre educación y salud. Parecía irreal. Prometían repartir salud por América Latina.
Pusieron énfasis en el Confort, un viejo portaaviones convertido, según él, en "el mayor barco hospital del mundo", que visitaría por 10 días cada país de este hemisferio al Sur de Estados Unidos. Ese era su programa de salud. Lo que no dijo es que estaba saboteando en Venezuela el programa de salud más serio que se había propuesto nunca en un país del Tercer Mundo.
A pesar de la coincidencia en fecha no quise abordar directamente en ese momento el problema de la Philips. Esta había prometido en marzo resolver el problema. Tenía todavía esperanza de que rectificara.
Me limité a escribir en esa misma Reflexión: "El problema es que Estados Unidos no puede hacer lo que hace Cuba. En cambio, presiona brutalmente a firmas productoras de excelentes equipos médicos suministrados a nuestro país, para impedir que repongan determinados programas computarizados o alguna pieza de repuesto que tienen patentes de Estados Unidos. Puedo citar casos concretos y el nombre de las firmas. Es repugnante... "
A pesar de la solemne promesa de la Philips a Cuba, transcurrió el resto del año 2007, los 12 meses del 2008 y casi la mitad del 2009 sin que una sola pieza de los equipos llegara de esa firma.
En junio de 2009, después de pagar una multa de 100 mil euros al Gobierno de Barack Obama, no muy apartado de las normas de su ilustre predecesor, la Philips se dignó comunicar que pronto suministrarían las piezas de sus equipos a Cuba.
Nadie en cambio ha resarcido a los cubanos, ni a los pacientes venezolanos de nuestros médicos de Barrio Adentro y de los que acuden a los Centros Diagnósticos de Alta Tecnología, por el daño humano ocasionado.
Como es lógico, no hemos adquirido un solo equipo más de la Philips desde la última compra a principios de 2006.
Por otro lado, hemos cooperado con Venezuela en la compra de cientos de millones de dólares de equipos médicos para su red nacional de salud, en un variado surtido de equipos sofisticados de alta tecnología procedentes de otras firmas europeas con prestigio, y también japonesas. Deseaba creer que esa firma haría un esfuerzo por cumplir.
Venezuela posee así en su red hospitalaria estatal modernísimos equipos; las más ricas clínicas privadas solo podrían adquirir algunos de ellos. Todo lo demás dependerá ahora de la eficiencia que el país pueda alcanzar en sus servicios. El Presidente de Venezuela está seriamente interesado en lograr ese objetivo. Estimo que haría muy bien si mitiga el hábito venezolano de adquirir equipos médicos norteamericanos, no por su calidad, que es buena, aunque con normas menos exigentes que las de Europa, sino por la entraña de la política de ese país, capaz de bloquear el suministro de piezas como hizo con Cuba.
Desde luego que a los Centros de Diagnóstico de Venezuela, los de Alta Tecnología y otros atendidos por nuestros médicos, hemos enviado equipos de marcas reconocidas en el mundo como las mejores en su especialidad como Siemens, Carl Zeiss, Drager, SMS, Schwind, Topcon, Nihon Kohden, Olympus y otras de Europa y Japón, algunas de las cuales se fundaron hace más de 100 años.
Ahora que la Patria de Bolívar, a la que Martí pidió servir, está más amenazada que nunca por el imperialismo, la organización, el trabajo y la eficiencia de nuestro esfuerzo deben ser mayores que nunca, y no solo en el sector de la salud, sino también en todos los campos de nuestra cooperación.
(Fuente: Agencia Rodolfo Walsh)

jueves, 17 de septiembre de 2009


El “lebensraum” argentino del siglo XXI

Noticia enviada por Mariana Sal.

Por Alcira Argumedo


Basada en el concepto de razas de las ciencias biológicas por entonces en auge, la teoría del lebensraum –del espacio vital– fue formulada hacia fines del siglo XIX por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1906). La teoría fundamenta el derecho de los pueblos superiores a apoderarse de los territorios de los pueblos salvajes, atrasados e inferiores –y si es preciso, eliminarlos– con el fin de utilizar esos territorios como espacio vital requerido para desplegar en ellos la civilización.

Acá esas ideas legitimaron la expansión imperialista de las potencias europeas y Estados Unidos entre 1871 y 1914, cuando someten a la expoliación bajo formas coloniales o neocoloniales al 82 por ciento de la población mundial en Asia, Africa y América latina. El “espíritu de época” en Alemania y el Occidente central en esos tiempos tuvieron su influencia en las clases privilegiadas de América latina, que habían consolidado las repúblicas oligárquicas. La Conquista del Desierto del general Roca se enmarca en estas concepciones, legitimando el genocidio de los pueblos mapuches, así como la entrega de más de 2 millones de hectáreas de ese espacio vital a su amigo Martínez de Hoz, para que desplegara en ellas la civilización.

El pequeño Adolfo Hitler (1889-1945) habría incorporado tales ideas cuando cursaba su escuela en Linz, en tanto la convicción acerca de la superioridad de la raza blanca era el centro de la cultura occidental dominante y del sentido común, reproducido mediante el sistema educativo. Al ser designado canciller de Alemania, desde 1933 retoma para el Tercer Reich las enseñanzas de Friedrich Ratzel sobre el lebensraum, con el fin de aplicarlas a las naciones eslavas del este europeo y a otras razas inferiores como el pueblo judío y los gitanos. Haciendo un salto en la historia –y sin ignorar que la teoría continuó siendo utilizada en países de Africa y América latina a pesar del espanto del Holocausto–, en los albores del siglo XXI la vemos emerger en la Argentina bajo la modalidad del desmonte de bosques nativos, con el desplazamiento de campesinos e indígenas que desde tiempos ancestrales viven en ellos y de ellos obtienen su sustento. Entre otros, gobernantes y funcionarios corruptos, grandes corporaciones locales o extranjeras, junto con pooles de siembra y empresarios amigos, son ahora las razas superiores que pretenden legitimarse en una moderna teoría del lebensraum, con el objetivo de desplegar sus negocios civilizados en esos espacios vitales.

Despojados de sus territorios, acosados por el hambre y la angustia, vemos morir por desnutrición a chicos y ancianos aborígenes o campesinos en Salta, en Chaco, en Formosa, en Misiones y en otras provincias, mientras enfermedades como el dengue se propagan a causa de esos desmontes y de la migración o la muerte de los pájaros que se alimentan de los mosquitos transmisores. Tartagal fue otra consecuencia de la moderna teoría del lebensraum –a pesar de los intentos por explicarnos que era un “fenómeno natural”–, sin mencionar las secuelas de los agrotóxicos en distintas regiones del país. Una consecuencia más ha sido la muerte, también en Salta, del joven ava guaraní Fabián Pereyra, asesinado por los guardias privados del Ingenio y Refinería San Martín del Tabacal el 15 de septiembre de 2006, por hurtar naranjas en tierras ahora pertenecientes a esa noble empresa, aunque durante siglos fueran patrimonio de los antepasados de Fabián.

Ante las resoluciones 327 y 334/09 promulgadas por el gobernador Juan Manuel Urtubey, promoviendo la “reanudación de la ejecución de las tareas de aprovechamiento forestal en los departamentos de San Martín, Orán y Santa Victoria” –es decir, continuar derribando árboles en el norte salteño–, las comunidades indígenas presentaron un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que solicita la inmediata suspensión de tales resoluciones. La tragedia de Tartagal en.... (LEER MÁS CLICK SOBRE EL TITULO)
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-130910-2009-08-31.html

Gracias MARIANA por colaborar con LA RESISTENCIA.








lunes, 14 de septiembre de 2009

ROBERTO FONTANARROSA - LAS MALAS PALABRAS 1/2
La participación de Roberto Fontanarrosa en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, en la ciudad de Rosario, Argentina, en noviembre de 2004.



lunes, 7 de septiembre de 2009

DERECHO AL DELIRIO - EDUARDO GALEANO.

Noticia enviada por Yamila R.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

"LA LUCHA CONTRA LA POBREZA DEBE ESTAR EN LOS PRESUPUESTOS"


Entrevista a Bernardo Kliksberg


—Usted ha manifestado que la lucha contra la pobreza va a llevar mucho tiempo, pero cuanto antes se empiece mejor. ¿Considera que esta pelea comenzó a librarse en la Argentina? ¿Cree que se rompió con la tendencia de concentración de la riqueza que imperó en los años ‘90?

—En esa década en la Argentina se hizo todo lo posible para que aumentara significativamente la pobreza. Y se logró este objetivo. En el año 2002, los efectos finales de las políticas neoliberales llevaron a que el 58 por ciento de la población estuviera debajo de la línea de pobreza. A principios de los ‘60, antes de la sucesión de dictaduras militares, el país tenía menos de un 10 por ciento. Nadie recuerda a ese país, que poseía una inmensa clase media. No era un paraíso pero la posibilidad de pertenecer a una clase media estaba al alcance de la mano de cualquier argentino.

Después, llegó Menem y logró multiplicar la cantidad de pobres. Desde entonces, se han hecho esfuerzos importantes para mejorar la situación, pero no hay relación entre el potencial del país y el inmenso nivel de pobreza que existen actualmente. Argentina produce cada año alimentos para 300 millones de personas. Y una nación como la Argentina no puede tener cifras de desnutrición infantil como tiene actualmente.

Hay políticas que son serias en el país, como la nueva ley de educación que elaboró Daniel Filmus, que obliga al gobierno nacional a aumentar el gasto en educación de forma gradual hasta llegar al 6 por ciento del producto bruto en el 2010. Sin embargo, la discusión y el abordaje de la pobreza está incompleto, porque faltan discutir los mitos de la pobreza.

—¿Cuáles son los mitos que ha identificado?

—El primero es aquel que se abrió en la década del ‘90, y que se sustenta en lo que se denominó como efecto derrame. Se cree que sólo con el crecimiento económico se puede solucionar la pobreza. Ese mito cayó y fue un fracaso en todos lados. Pero no desapareció de la estructura cultural de razonamiento de las clases medias y altas en la Argentina. Siguen razonando que la pobreza es un subproducto del crecimiento.

Otro mito que hay que derrumbar es que la pobreza debe ser un tema de agenda. Los políticos dicen “hoy nos vamos a ocupar de la pobreza”. No debe ser un tema coyuntural. La pobreza mata, y no es postergable. En la Argentina mueren, según datos de Unicef, ocho niños por día. El tercer mito es que la pobreza es una cuestión de ingresos. La sociedad argentina discute en base a una línea de números. Es mucho más complejo el tema. Las encuestas mundiales advierten que lo que más se quejan los pobres es del desprecio de la mirada de parte de las clases medias y altas. Los miran como si fueran subpersonas. O como si no existieran.

Un cuarto mito es que bajo formas sutiles o explícitas hay que echarle la culpa a los propios pobres por la pobreza. “Los pobres no quieren trabajar”. Esto es una excusa para no ver el problema. En América Latina, hay actualmente 190 millones de pobres. Pensar que esa cantidad de gente no quiere trabajar es miserable. El último mito es que la pobreza es una maldición ancestral. No es culpa de nadie. Menem decía: “Pobres hubo siempre y hay en todos lados”. Era un gran mentiroso con mucha capacidad de comunicación. Pobres no hubo siempre. En la Argentina de los años ‘60 hubo menos de un 10 por ciento de pobres.

La palabra pobreza ahora está integrada en los discursos políticos. ¿No considera que hay un uso demagógico del término?

—El hecho de que la palabra esté en el discurso es un avance con respecto a la década del ‘90, cuando estaba casi proscripta. Ahora, el término está en los discursos. Es un avance; no una concesión. Y se produce por la presión social que existe en la población. Es decir, la gente exige que los gobiernos se ocupen del tema. Y el discurso político se ha adaptado a esa presión. Pero de ahí de poner esto como prioridad en los presupuestos de los gobiernos hay un largo trecho.

Advertencia sobre un error

—La lucha contra la pobreza no tiene el consenso en la sociedad como otros problemas, como por ejemplo, la inseguridad. Y ambas están relacionadas. ¿Por qué la demanda por más seguridad deja afuera la pobreza?

—La sociedad actual corre el riesgo de ser inducida a un error monstruoso. Tiene todo el derecho a reclamar seguridad porque el delito ha crecido. Pero el análisis que se hace del tema es grosero. Porque no se diferencian los distintos tipos de delincuencia, como el crimen organizado y el delito joven. El primero es necesario combatirlo con todos los instrumentos legales a fondo. Pero el otro, el juvenil es distinto. No se puede combatir la delictualidad joven sin identificar estas razones, que son la desocupación juvenil, educación y familia. La Argentina tiene el 25 por ciento de desocupación juvenil. Uno de cada cuatro jóvenes no tiene ninguna oportunidad laboral. Si hubiera políticas enérgicas de inclusión laboral juvenil se bajaría la delincuencia muy rápidamente.

Con respecto al nivel de educación, es claro. Cuanto mayor es la cobertura y la extensión de la escolaridad baja el nivel de delitos entre los jóvenes. En la Argentina, sólo uno de cada dos jóvenes termina la secundaria. De todos los presos que están en las cárceles, sólo el 5 por ciento logró terminar la escuela secundaria. En relación con la familia, se considera que es la mayor unidad preventora del delito. Las familias pobres se destruyen con mucha frecuencia porque la pobreza barre con todo. Entonces, si se quiere reducir la delictualidad joven hay que generar trabajo para jóvenes en riesgo, aumentar los niveles de educación y proteger la familia.

—La idea de mano dura ha ganado mucho terreno.

—La oferta clientelar y demagógica de la mano dura que aparece con mucha frecuencia en la sociedad argentina surge porque promete a la población que va a solucionar su miedo y su inseguridad rápidamente. Lo que va a hacer es que el problema sea mucho más grave. Esto es antiético y riesgoso para la sociedad. No da ninguna solución. Las cifras de delictualidad donde se aplicó la mano dura han seguido subiendo en diferentes partes del mundo. No se ha apuntado a las causas. Y se destruyen vidas. Estados Unidos ha reemplazado las cárceles por los programas de rehabilitación de drogas. Las cárceles ocasionan un nivel de gastos muy grande y no dan resultado. La Argentina está discutiendo el tema de la inseguridad de manera superficial y peligrosamente. Es uno de los argumentos del neoliberalismo. Para verlo, en términos más generales, se podría agregar que como el concepto económico neoliberal dogmático se derrumbó en Wall Street, se refugiaron en la mano dura, que es lo que queda.