lunes, 31 de agosto de 2009

LA ECONOMÍA DE LA DROGA.

Por Alfredo Zaiat

La producción de la materia prima, elaboración y comercialización de estupefacientes prohibidos por ley es una actividad económica. El análisis de ese mercado, a diferencia de otros muchos, está dominado por conceptos generales acerca de la moral y cuestiones vinculadas con la salud. Estos dos aspectos son tan potentes en el debate cotidiano que queda postergado el entendimiento sobre el modo de desarrollo de ese sector de la economía. No se trata de la presentación de estimaciones millonarias de un negocio ilegal, sino de saber cómo funcionan las leyes económicas, lo que permitiría una comprensión y acción más abarcadora que la que ofrece el discurso conservador. No es un tema moral acerca de cómo a las personas les gustaría que funcionase el mundo, sino de conocer las características de la economía de la droga. El fallo de la Corte Suprema que declaró inconstitucional penalizar la tenencia para consumo personal brinda la oportunidad de acercarse con un poco menos de prejuicios a una actividad económica que ha mostrado un creciente dinamismo en las últimas décadas.

Por esas paradojas de la corriente conservadora, destacados representantes del liberalismo han ofrecido los argumentos económicos más contundentes sobre los beneficios de la legalización del negocio vinculado con la producción y comercialización de drogas prohibidas. Su referente moderno, Milton Friedman, ha sido uno de los principales economistas que enfrentó las pasiones del pensamiento... CLICK EN EL VINCULO PARA LEER MÁS....

www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-130788-2009-08-29.html





miércoles, 26 de agosto de 2009

Dilema: ¿periodismo oficialista u opositor?

¿Por qué significa una descalificación ser demasiado oficialista y no lo es ser demasiado opositor?

Por Dante López Foresi

En nuestra nota editorial “Ecuanimidad sí, objetividad jamás” (Periódico EL VIGÍA Nº38) dejamos clara nuestra posición contraria a la declamada “objetividad periodística” y expusimos los argumentos que la sostienen. Pero hace pocos días, un lector con absoluta buena fe, no dijo que le encantaba nuestro trabajo “pero a veces parecen demasiado oficialistas”. Y como creemos que un periodista antes de saber hablar debe aprender a escuchar con atención, recogimos el guante y comenzamos a reflexionar y debatir sobre la cuestión.

Es verdad que las "pautas oficiales" generalmente suelen ser utilizadas para controlar a la prensa. Pero también cumplen la misma función las “pautas opositoras”. En uno u otro caso, la culpa no la tienen los gobiernos o dirigentes de la oposición que las otorgan, sino los periodistas que las reciben. Nadie avanza si el otro no retrocede.

En nuestro caso, tenemos una relación profesional tanto con oficialistas cuanto con opositores. Ambos suelen pautar en nuestros medios. Otros no. Pero como rendimos culto a la ecuanimidad, todos tienen espacio en nuestras páginas. En ningún caso nos sugirieron unos ni otros publicar u opinar de tal o cual forma. Precisamente, porque la relación es “profesional” y no de sometimiento. Es respetuosa y de comprensión de las distintas funciones que cumplimos unos y otros. Generalmente, es el periodista el que invita al poder a someterlo. Siempre hay otro camino para elegir y un profesional del periodismo no puede ampararse en la protección de la fuente de trabajo, por las particularidades de nuestro oficio y por una cuestión de elemental dignidad.

Mientras debatíamos el llamado de atención de nuestro lector, también colegimos que en la actualidad resulta muchísimo más sencillo ser opositor acérrimo que oficialista ¿Por qué? Simplemente porque es fácil ser oficialista ni bien asume un gobierno: tiene Poder, presupuesto para pautas (¿no es así compañeros periodistas?) y cobijan mejor que los “perdedores” opositores.

Pero para ser oficialista durante los dos últimos años de un gobierno que sufre el desgaste natural del ejercicio del Poder, sumado a una campaña virulenta de los monopolios mediáticos y las corporaciones agropecuarias y del establishment, definitivamente hay que tener convicciones. Lo que en un principio nos pareció una crítica dolorosa de nuestro lector, se convirtió en un honor.

Buscar la verdad, cuidándose de no ser funcionales a los lobbys y operaciones desestabilizantes y las que procuran posicionar a uno u otro sector de cara a 2011, es todo un desafío profesional.

A ello sumemos que el emblema del periodismo opositor actual es el Grupo Clarín, quien usa a sus más renombrados periodistas para presionar al gobierno que osó restarle casi un 20 por ciento de ganancia al Grupo, precipitando la ruptura de la AFA con Torneos y Competencias y acabando con un monopolio de 18 años. Así, es como que se puede escuchar a TNmbaum (Ernesto) insultando airadamente a un diputado cordial como Agustín Rossi, a TN armando la agenda discursiva de la oposición y tantos otros ejemplos de cómo a algunas empresas periodísticas "se les soltó la cadena". Para no cargar las tintas sobre Clarín, podríamos mencionar también el caso de Luis Majul, preguntándose y respondiéndose a sí mismo críticas despiadadas o, como le gusta decir a él, “lascerantes” contra el gobierno, sólo para quedar bien con el dueño del canal donde trabaja (Francisco De Narváez), quien seguramente jamás le exigió ser tan genuflexo y obsecuente.

No. Ese no es “nuestro periodismo”. Preferimos “parecer oficialistas”. Los mencionados son, en nuestra modesta opinión, estilos deleznables de ejercer este oficio que tanto amamos. Representan todo lo que en EL VIGÍA NO queremos ser.

Y, para finalizar, reiteramos cual es y será nuestra línea editorial: pretendemos ser siempre ecuánimes. Ello significa que en nuestras páginas encontrará todas las opiniones más diversas, reportajes a oficialistas y opositores y –sobre todo- inquietudes vecinales. Nos consideramos un servicio público, y no servidores de patrones o dirigentes. Pero también encontrará notas de opinión debidamente firmadas fijando nuestras posiciones. Según la noticia de la cual se trate o el momento en que sea escrita, a algunos les parecerán “demasiado oficialistas” y a otros “demasiado opositoras”.

Lo cierto es que nunca serviremos deliberada o comercialmente intereses particulares. Y garantía de ello será, precisamente, la ecuanimidad fácilmente demostrable. Para serlo, elegimos no ser empleados del canal de la Noble Señora o de De Narváez, y menos de ningún gobierno. Esto no nos hace independientes, pues ya dijimos que no creemos en la independencia ni en la objetividad periodística, Pero nos hace libres y autosuficientes. El día que no podamos serlo, EL VIGÍA desaparecerá y se reinventará en otro medio de comunicación.

Ser libre y autosuficiente no es el caso precisamente de TNmbaum o de Majul (sólo para citar dos ejemplos de la prensa que más abunda en la actualidad). A ellos, seguramente a nuestro crítico lector ni se le ocurriría llamarles la atención porque son “demasiado opositores”. Pero sí, en general, se condenan las opiniones periodísticas coincidentes con la ideología de un gobierno de turno. Una paradoja. ¿Por qué significa una descalificación ser demasiado oficialista y no lo es ser demasiado opositor? Debe ser cierto que a veces “parecemos demasiado oficialistas”. Es que en EL VIGÍA, filosóficamente, siempre tendemos a colocarnos del lado del más débil y atacado. Y lejos del Poder del establishment. Si a esta altura Usted está tentado a pensar que debe existir una “tercera posición periodística” distante de unos y otros, le sugerimos vencer a esa tentación. Los periodistas siempre, por acción u omisión, terminamos beneficiando a uno de los actores de una noticia. Ello, pues antes que periodistas somos personas y, créanos, generalmente mucho más falibles y defectuosas que el resto de la humanidad ¿O acaso aún piensa que algo es verdad sólo porque apareció en el diario?

lunes, 24 de agosto de 2009

ECONOMÍA, La situación argentina en el contexto actual

Por Alfredo Zaiat

La economía argentina ha tenido una intensa experiencia en materia de inflación en los últimos sesenta años, abarcando todas las categorías posibles. En la actual fase se ha sumado otro elemento de análisis a los motores explicativos de los aumentos de precios, que se vincula con la pérdida de legitimidad social del índice elaborado por el Indec. Este último tema se ha transformado en un factor de disputa política y tiene escasa influencia para comprender qué sucede con los precios. En cambio, se trata de un aspecto relevante para abordar el proceso de erosión del capital político del Gobierno, puesto que el alza de ciertos precios y la percepción de que se está en presencia de un ciclo generalizado de aumentos resultan un potente elemento de desgaste. Pero en términos económicos, el interrogante fundamental remite a saber las causas que precipitaron el actual período de precios en ascenso. Frente a esta cuestión, las explicaciones ortodoxas, que han sido aceptadas por el sentido común, se derrumban una tras otra. Varios de los integrantes de esa corriente igual mantienen argumentos que tropiezan regularmente con la realidad, pero tienen a favor la pérdida de credibilidad del Indec para seguir con su prédica inconsistente. Desde mediados de 2006, cuando comenzó un escenario de mayor tensión en los precios, esa secta de economistas ha expuesto sus variados y tradicionales discursos sobre ese fenómeno económico, que merecen sus correspondientes precisiones para ampliar el debate que hoy esta dominado por la situación del Indec y así permitir una mejor comprensión de la situación:

1. Las cuentas fiscales. Desde 2003 no se registra déficit fiscal que tenga que ser cubierto con emisión (“monetizado”), con lo que desaparece el principal argumento de la ortodoxia. Las cuentas del Tesoro han registrado un persistente superávit fiscal, que la teoría indica como factor contractivo y, por lo tanto, no es un motor inflacionario.

2. La expansión monetaria. Esa misma línea ortodoxa sostiene que el aumento desmedido de la cantidad de dinero en circulación habría provocado deslizamiento en los precios. La masa de circulante efectivamente subió, pero acompañando el crecimiento de la economía y como parte de la fuerte recomposición de las tenencias líquidas luego de la crisis previa a la devaluación. Pero, desde marzo del año pasado, la venta de reservas para enfrentar corridas cambiarias y la menor predisposición del público a mantener saldos líquidos en cartera, implicó una política monetaria contractiva parcialmente compensada por el Banco Central. Este comportamiento monetario relativiza la posibilidad de esgrimir esa causa como disparador del alza de precios.

3. La baja tasa de interés. Otro argumento ortodoxo refiere a la presencia de una tasa de interés demasiado baja en términos reales que terminó fomentando excesivamente el consumo y la inversión vía crédito. La evidencia empírica muestra que las tasas son menores en comparación con las vigentes en el último tramo de los ’90, pero no han dado lugar a un boom del crédito. Más bien, la queja del sector productivo es por las tasas elevadas, reclamo también expresado por consumidores.

Estas tres variables exponen que el alza de precios no tiene un origen monetario, base de la interpretación ortodoxa de la inflación.

4. La presión ejercida por la demanda. En esta línea de análisis se inscriben algunos economistas heterodoxos que explican la inflación como el resultado de la tracción que ejerce un incremento de la demanda sobre los precios. Los componentes de la demanda son cuatro: el consumo, la inversión, las exportaciones y el gasto del gobierno. En esa evaluación, la responsabilidad recae en el Tesoro, por gastar demasiado, o en el Banco Central, por mantener la tasa de interés demasiado baja y crear o tolerar un nivel de reservas demasiado grande, que permite a los bancos expandir demasiado el crédito. Si éste es el origen de la inflación, la solución que proponen es enfriar la demanda, restringiendo el gasto público, elevando la tasa de interés y limitando el crecimiento de la masa monetaria. En la práctica, este diagnóstico apuntando a la demanda no es más que otro ropaje para vestir las recomendaciones ortodoxas. Además, desde mediados del año pasado la economía argentina ingresó en una fase recesiva, lo que implicó un debilitamiento de la demanda. Pero igual los precios siguieron subiendo, según sostiene el consenso de economistas. Entonces, algo de esta explicación tiene componentes descoordinados.

5. El alza de los salarios. Si no es por el lado de la demanda, entonces esos economistas buscan por el lado de la oferta, o sea por el incremento de los costos. Es lo que denominan inflación por alza de costos, apuntando en especial al salario nominal de los trabajadores. Entonces, señalan que los responsables son los sindicatos que exigen demasiado, con un gobierno que los respalda. Esto explica en gran parte la obsesión del establishment con el líder de la CGT, Hugo Moyano. Esos economistas recomiendan la moderación de los pedidos salariales para amortiguar el alza de precios. La evolución del salario en los últimos años, la heterogeneidad del mercado laboral, el aún elevado nivel de empleo informal y la tasa de desocupación y subempleo cercana a los dos dígitos neutralizan esa línea hétero-ortodoxa de explicación de la inflación por causa salarial. En realidad, los ajustes de sueldos recientes responden a una estrategia defensiva de los trabajadores en el intento por recuperar los niveles del salario real erosionados por el incremento de los precios.

6. El ajuste de precios relativos por la megadevaluación. La fuerte alteración de la paridad cambiaria luego del estallido de la convertibilidad tuvo la particularidad de que no tuvo una traslación rápida a precios, como en otras experiencias internacionales ocurridas en esos años (México, Rusia, Turquía, Indonesia). Entonces, ahora se estaría en presencia de las secuelas de un proceso natural, inevi-table y acelerado en los últimos dos años de reacomodamiento de los precios relativos.

Respecto de esto último, los economistas Axel Kicillof y Cecilia Nahón explican en el documento Las causas de la inflación en la actual etapa económica argentina: un nuevo traspié de la ortodoxia que “en un país con su estructura productiva fuertemente concentrada y un tipo de cambio real alto, los precios relativos no tienen un nivel natural de equilibrio al que llegan por sí solos y espontáneamente”. Explican que “a medida que crece la demanda, las empresas tienen mayor capacidad para apropiar excedentes vía precios, aun cuando sus costos no se incrementen en la misma proporción”. Los especialistas del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda) señalan que “el sector transable pretende empujar los precios al límite superior (definido por el precio internacional), consolidando las ganancias extraordinarias y apropiando para sí todos los beneficios del esquema cambiario. El sector no transable, por su parte, espera retornar al esquema de precios que le asegure la rentabilidad (en dólares) vigente durante la convertibilidad, a fuerza de renovadas ganancias extraordinarias”.

7. Recalentamiento de la demanda. La actual fase recesiva, donde también se registran alzas de precios, ya invalida ese argumento, que fue sostenido con entusiasmo por varios economistas. Pero en ese momento ese análisis también era débil. Si bien el crecimiento económico del período 2003-2008 fue elevado, la economía seguía lejos del pleno empleo. Mantenía capacidad ociosa en la mayor parte de los sectores industriales –con excepciones, como petróleo y derivados–, una tasa de desocupación cercana a los dos dígitos y no había indicios de que la recuperación económica expresara sus propios límites por agotamiento de los recursos disponibles. Además, en esos años se registró una recomposición de la tasa de inversión que amplió la oferta. Las propuestas de economistas del establishment de moderar el crecimiento en plena reactivación económica, luego de la aguda crisis, eran una receta autodestructiva.

8. La política de un tipo de cambio real competitivo. Esta estrategia tiene la virtud de que fomenta la producción doméstica, aumenta el empleo y eleva los niveles de vida de la población. Pero a medida que se recupera la demanda, los precios internos de los productos, tanto los que se venden al exterior (transables) como los servicios (no transables), encuentran espacio para subir. En mercados oligopólicas, con salarios reales relativamente estables, el aumento de los precios se traduce en una rentabilidad extraordinaria.

Descartadas las explicaciones monetaria, salarial y del tirón de demanda. Ahora bien, ¿cómo pueden caracterizarse el alza de precios que se aceleró desde 2007? Es necesario precisar la naturaleza del fenómeno: como la evidencia empírica revela, no se trata de un crecimiento general del nivel de precios, pero sí sostenido en un umbral políticamente poco tolerable debido a las experiencias traumáticas de la economía argentina. Para Kicillof y Nahón el “actual incremento de los precios responde a esa situación estructural” que emerge de un dólar caro. Explican que “el problema de la inflación no hace más que poner de manifiesto la insuficiencia de un programa económico que tenga como único eje de su intervención a la política cambiaria”. Para agregar que “el Gobierno, acertadamente, complementa este esquema con retenciones a las exportaciones y controles de precios”. Esos dos economistas concluyen que “de otro modo, la limitación a los aumentos salariales junto con la libertad para los aumentos de precios comprimirían más el poder adquisitivo del salario”.

Esto implica que bajar retenciones y flexibilizar la ya débil política de precios administrados no es el mejor camino si el objetivo es ocuparse del problema de la inflación. Más bien, se requiere fortalecer esa estrategia para eludir la receta ortodoxa, que prescribe no sólo el freno a los incrementos salariales, sino además un ajuste fiscal y monetario, con el saldo ya conocido.

martes, 11 de agosto de 2009

LA POBREZA Y LA IGLESIA ARGENTINA.

Noticia enviada por Diego S.


A raíz de declaraciones habituales del Papa, relacionadas en este caso con la colecta anual Más por Menos, algunos retomaron en nuestro país el tema de la pobreza: “escándalo” la llamó Benito 16. “Escándalo” repitió el cardenal Bergoglio. La pobreza nos duele, remarcó con su habitual glamour el presidente de la Sociedad Rural, la pobreza es el tema principal en el diálogo, destacó monseñor Alcides Casaretto, la pobreza es el tema que ocupa lugar principal en los medios de comunicación social en nuestros días. Demasiada insistencia en tan poco tiempo para ser casual. ¿Qué ocurrió? ¿De golpe descubrieron a los pobres aquellos que ayer los ignoraban? ¿Será que “ayer” no había pobres y los hay desde poco después de las elecciones? ¿Será que algo ocurrió puntualmente para que el tema se desencadenara? Demasiadas casualidades, que nunca son inocentes en política.

Que en Argentina haya pobres es realmente un escándalo. Que haya uno solo, lo es. Pero miremos un poco más. “El hambre es un crimen”, afirmaban los siempre castigados “chicos del pueblo”, a lo que obviamente adherimos. Personalmente ya me llamó la atención que un diario destacara, semanas atrás, que los chicos pobres comían cuises, algo que es remedo de lo que decían los diarios en el 2002 (“caballos, ratas y sapos”, decían entonces). Insistencia en el diálogo, escándalo de la pobreza, gravedad de la situación de los pobres, temas remanidos... ¿será que “alguien” nos quiere decir que estamos como en el 2001-2002?; ¿será que ese/esos “alguien” quiere/n alentar el imaginario para que no nos “escandalice” sino que deseemos que un gobierno constitucional “no termine”?

Una reflexión

Cuando escucho a ciertos sectores progresistas decir que “no hay que judicializar la pobreza”, realmente me molesta mucho. Personalmente creo que DEBE judicializarse. La pobreza es un crimen, y debe ser penado todo lo que sea responsable y “ejecutor” de que los pobres sean más (más pobres y más los pobres). Creo que el Poder Ejecutivo no puede ser indiferente a la “escandalosa” distribución injusta del ingreso; creo que el Poder Judicial debe considerar un crimen que no se subsane el delito y sancione a los responsables, y creo que el poder legislativo debe sancionar todas las leyes necesarias para que los pobres sean cada vez menos (menos pobres y menos los pobres).

Ahora bien, ¿por qué hay pobres? Esa es la pregunta fundamental. Por eso me parece totalmente empobrecedora la palabra “excluidos”, lo he dicho en otras ocasiones: porque “excluidos” no implica “excluidores”, porque nunca hay “responsables”. Porque los pobres en Argentina no son pobres por vivir en un país pobre (¿hay en el mundo muchos países más ricos que la Argentina?). Entonces, preguntarse “por qué hay pobres” es el paso fundamental para enfrentar el escándalo. Sin una seria respuesta a esa pregunta, todo es teatro. O burla. ¿Cuáles son las causas de la pobreza? ¿No tiene nada que ver en la razón de que haya tantos muy pobres, el hecho de que haya pocos tan ricos? Y para que nadie me acuse de “neo-marxista” recuerdo que la frase “los ricos son cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” pertenece a Juan Pablo II. ¡Ah!, y la frase “imperialismo internacional del dinero” fue dicha por Pio XI.

¿Qué es el escándalo?

La palabra “escándalo” es una palabra usada con mucha frecuencia por la Iglesia. Aunque a veces, de un modo extraño. En la Biblia el escándalo es la trampa en el camino, la piedra que hace tropezar. Es decir, es lo que impide avanzar, lo que no deja caminar. Pero uno puede “escandalizarse” de cosas positivas, y en ese caso ¡pobre del que se escandaliza!, o escandalizarse por malos ejemplos, y en ese caso ¡ay del que escandaliza!... En nombre del “escándalo” muchas veces en la Iglesia se “esconden” curas pederastas, para que no haya “escándalo”, o se cuestiona al periodista que muestra aquello que escandaliza, como un torturador “relocalizado” en Chile. En realidad, fijando el ojo, el escándalo no lo provocan los que muestran lo que escandaliza, sino quienes lo obran: los pedófilos, los torturadores, los miembros de la institución eclesiástica que se muestran con “relaciones carnales” con el poder económico o político.

Ahora bien, si miramos así, en lo personal, la pobreza no me escandaliza. La pobreza me compromete, me impulsa a hacer lo más que sé y puedo para enfrentar la injusticia que la provoca. En lo personal, lo que me impide caminar, lo que me parece que es una trampa en el camino es la riqueza. La ostentación, pornográfica con frecuencia, es lo que escandaliza. Los injustos, los victimarios me escandalizan. Y quienes son cómplices, aduladores, o difusores. Lo que es un escándalo es la riqueza, ¡no la pobreza!

La propiedad privada

Como no podía ser de otra manera, en plena fidelidad a su historia, la Sociedad Rural insistió en el tema de la propiedad privada. Es absolutamente coherente. Nunca se preocuparon de los “privados de propiedad”. Pero en lo personal, y con el sustento que me dan el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia, no la escuela de Frankfurt, creo que mientras la propiedad privada sea vista como un “absoluto”, o un “dios”, la pobreza seguirá creciendo. Y doliendo. Aunque nunca olvido aquello que repetía Carlos Mugica: “primero se apropiaron de todas las tierras y después hicieron el Código Civil”. Todo lo expoliado ayer y hoy a América latina parece que no “era” propiedad privada, y la “deuda externa” parece que empieza cuando ellos deciden, y no cuando Bolivia fue saqueada, Paraguay masacrado, Colombia devastada... Y los indígenas “simplemente” aplastados, robados, y víctimas de un genocidio que algunos llaman “el mayor genocidio de la historia”. Difícilmente algunos hubieran podido fundar la Sociedad rural o entidades afines si antes no saqueaban a mapuches, tehuelches y tantas otras etnias “dueños de la tierra”, para después ser “terratenientes”, “gente de campo”. Pero aunque desmemoriadamente olvidáramos esto, la insistencia en la propiedad privada, y el olvido del fin social de la propiedad sin ninguna duda es “la madre de todas las causas” de la pobreza.

Los nombres

En realidad, creo que un elemento que nos permite entender el momento que vivimos es el tema de “los nombres”. Precisamente los pobres son los que nunca tienen nombre: son “los negros”, “los paraguayos/bolivianos”, los cabecitas”, o simplemente “los pobres”, pero nunca tienen rostro, nunca tienen nombre. Los ricos, en cambio, tienen nombre propio. Tan propio como su propiedad. Se llaman Maurizio, Francisco, Ernestina, Amalita. Y mientras los pobres sigan siendo “anónimos”, o sean simplemente “números”, no se tocará el corazón del problema. Basta pensar la movilización que ocurrió cuando el pobre una vez tuvo nombre y se llamó “Barbarita”. Que los pobres dejen de ser número y tengan rostro y nombre se vuelve intolerable. Y duele. Porque la pobreza y los pobres no escandalizan. ¡Duelen! Por eso que se hable de “estadísticas”, “número de pobres”, no es un tema importante. Es serio, pero no habrá movilización hacia las causas. Pero el problema que provoca reconocer el nombre y el rostro es que duele, huele, se palpa. Una cosa es hablar de “un/los pobre/s” y otra abrazar su cuero curtido y reseco, sentir su olor a humo en invierno, su cara fácilmente imaginable distinta si hubiera nacido en otro lugar con otra alimentación, y otro cuidado.

Pero lamentablemente creo que hay que decir que no sólo los pobres no tienen nombre. También los culpables nunca lo tienen. Ver discursos y documentos eclesiásticos cargados de buenas palabras o ideas interesantes, pero donde nunca hay un nombre, nunca un rostro, hace difícil darle crédito. Escuchar hablar del escándalo de la pobreza, sin que se nos diga por qué hay pobres y por responsabilidad de quiénes hay pobres, puede terminar siendo un discurso retórico y vacío. Hay pobres porque hay ricos. Especialmente en Argentina. Y si los ricos tienen nombre, no está mal recordarlo. Con alguna exageración, pero parte de verdad, San Jerónimo decía que “todo rico es ladrón o hijo de ladrón”. Y es doctor de la Iglesia. Y si alguien es ladrón, es “empobrecedor”.

Una mirada a la situación actual

Hay pobreza. Es evidente y grave. Creo que la pobreza ha aumentado en los últimos tiempos, al menos es lo que vemos en nuestros barrios los curas amigos. No es fácil decir cuánto, pero insisto: no me escandaliza compartir momentos con los pobres, me escandaliza ver a la mesa de enlace tirando leche; no me escandaliza –sí me compromete y moviliza– que aumenten los pobres, me escandaliza que los ricos sean diputados, o jefes de gobierno, o manejen medios y la opinión pública; no me escandaliza ver al pobre a la cara y llamarlo por su nombre, me escandaliza ver a sectores de la Iglesia de Jesús, el Mesías de los pobres, e Iglesia de los pobres, cercana de los responsables de la pobreza.

Pero –por otro lado– sí creo que hay un clima enrarecido. La trascendencia del telegrama del Papa (infinitamente mayor comparada con la poca trascendencia que tuvo su reciente encíclica toda ella dedicada a cuestiones sociales), los discursos en la Sociedad Rural diciendo “por ahora” no cortamos puentes, defendiendo a Martínez de Hoz, y creando evidente clima destituyente, sí es preocupante.

Es curioso: los obispos argentinos nunca pusieron al arzobispo de La Plata, Héctor Aguer en ninguna comisión episcopal, y justo en estos momentos difíciles, lo eligen presidente de la comisión episcopal de Educación, como queriendo “marcarle la cancha” al Gobierno en un campo tan específico y sensible a antiguas conferencias episcopales. No hace falta recordar que durante las dictaduras el Ministro de Educación era consensuado con el Episcopado, y lo mismo se hizo en los gobiernos democráticos sucesivos. Elegir para ese cargo episcopal a un obispo con evidente vocación de cruzado, es obviamente para “cruzar” al gobierno en este tema. Su referencia en sus dos declaraciones de hace un mes y la semana pasada aludiendo al “neo-marxismo” no hizo sino recordarnos otros duros momentos episcopales y dictatoriales.

Una última cosa: hace tiempo yo decía que no parecía que hubiera posibilidad de golpe militar en Argentina fundamentalmente por dos motivos: la embajada de los Estados Unidos no parecía alentarlos, y la Iglesia hizo una clara defensa de la democracia. Por tanto si dos de los grandes apoyos de los golpistas no los alentaban, la cosa se les haría difícil a quienes los propugnaran. El presidente de la UCR en el Senado dijo que hay quienes no quieren que el gobierno llegue al 2011, pero nadie le pidió nombres. La embajada no parece ajena al golpe militar en Honduras, y –allí– la Iglesia jerárquica, en voz del cardenal Rodríguez Maradiaga, tomó clara postura por el régimen de facto. Algo semejante se ve en la postura del Cardenal de Bolivia, Julio Terrazas. Algunas declaraciones episcopales parecen sumamente preocupantes en este marco.

Por todo esto, no creo que todo este cúmulo presentado al comienzo sea “casual” ni creo que algunas voces episcopales lo sean. Personalmente, no creo que a muchos de ellos les importen los pobres; es más, muchos parecen festejar cada muerto de fiebre “A” o cada caso de dengue, o cada aumento de un dígito en la pobreza. Personalmente creo que mientras no tengan nombre los pobres, no tengan nombre los empobrecedores, y mientras se siga sacrificando la sangre de las víctimas en el altar de la propiedad privada y el dios dinero, seguramente la situación se agravará, aunque los victimarios nos miren con cara de compungidos en los espacios pagados. Pero mientras eso ocurra, el Evangelio de Jesús, la búsqueda de ser “Iglesia de los pobres” no nos dejará tranquilos hasta que los pobres tengan casa, pan y trabajo. Hasta que los pobres sean vistos como hermanas y hermanos, o mejor aun, hasta que ya no haya pobres porque tampoco habrá ricos y habrá mesa compartida y vida celebrada para todos.

Por Eduardo de la Serna

Coordinador del movimiento de sacerdotes en opción por los pobres Carlos Mugica.