martes, 16 de junio de 2009

SITUACIÓN DE LECTURA

Por Diego S.

En la edición del 4 de mayo de 2001 del diario “Clarín”, se publicó una encuesta del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación. Los encuestados eran 2.400 personas y tenían más de 18 años.
La encuesta nos determinaba que el 45 por ciento de los encuestados no leía ningún libro en el último año, el 35 por ciento entre 1 y 4, el 12 por ciento entre 5 y 10 y el 8 por ciento leyó más de 10 libros.
Asimismo, se le preguntaba por qué no leían y la respuesta más frecuente es la falta de interés. Y los restante motivos con mayor cantidad de respuestas era la falta de hábito, la visión y de tiempo. Sin embargo, de los datos obtenidos, claramente podía inferirse que los que leían tenían el mismo tiempo que los que no lo hacían. Lo que en realidad ocurría, era que encubrían su falta de interés en la lectura.
Sin duda, que han pasado unos años de la encuesta, pero mantiene su vigencia según lo que se observa en la actualidad.
La situación de la lectura se ha convertido una preocupación en diversos ámbitos en las últimas décadas. La televisión y la era digital se han constituido en las amenazas principales para el libro como herramienta de entretenimiento y de conocimiento. Asimismo, en las escuelas los docentes se han dado cuenta de esa falta de interés de los niños hacia la lectura y eso se va trasladando a sus familias en el presente y en el futuro. No obstante, esa falta de interés es la contracara de la concurrencia a las Ferias del Libro de Buenos Aires o de otros lugares del mundo, que aumenta año a año.
Si nos retrotraemos en el tiempo, desde la aparición del universo, hace millones de años, la escritura tiene una antigüedad de 5000 o 6000 años. Sin embargo, la generalización de la población hacia la lectura tiene tan sólo 150 años. Es decir, que antes había sido reservada a una escasa población (sacerdotes, funcionarios, etc).
Quienes leían libros eran sobretodo los mismos que los escribían. Eran una pequeña comunidad que se identificaba con la educación y la indiferencia –debido a su capacidad económica- ante los trabajos remunerados.
Con el invento de la imprenta, se produce el verdadero cambio. A partir de la difusión de los escritos a través de copias múltiples de un mismo texto se transformó la cultura. Igualmente, seguía circulando entre un público reducido, ya que la mayoría de la población no sabía leer ni escribir. Cuando el texto llega a las clases sociales más bajas, se puede hablar del real cambio cultural. Lo que se buscó en un principio fue que todas las personas puedan leer para acercarse a Dios, a través de la lectura de la Biblia.
Hoy, después de 150 años de dominio del texto escrito todavía existen sociedades en vías de desarrollo y luchando contra el analfabetismo. Sigue siendo un desafío. Aunque también es un desafío la aparición de la multimedia, la globalización (o imperialismo en otros términos), las telecomunicaciones, la televisión, las computadoras e Internet que modifican la forma de leer, de comunicarnos y de acceder a la información.
Sin embargo, esos avances tecnológicos no deberían ser considerados como una amenaza al texto. Pero es necesario, entender que el concepto de lectura se ha modificado. Las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) lejos de alejarnos del texto y la lectura, los revalorizan.
Y citando a Humberto Eco “No se puede aprender a usar una computadora si no se sabe utilizar un libro... La computadora es el reino del escrito, el reino de la civilización del alfabeto”.
Estas TICs nos permiten combinar texto, imágenes y sonidos; lo nuevo es que frente a la computadora, nos encontramos frente a hipertextos (textos que abren a otros textos). Así, cada persona se va dirigiendo hacia lo que es de su interés. Pero estos hipertextos generan cambios psicológicos, desinterés por argumentos complejos, lectura parcial, entre otras desventajas.
A su vez, el televisor como entretenimiento genera pasividad a partir de la lectura de imágenes.
A través de una encuesta “Los argentinos y los libros” publicada por la Revista Ñ, se llegó a la conclusión de que el descenso social de la población se acompaña por un menor acceso a la lectura. Esta encuesta es más actual, ya que se divulgó el 17 de enero de 2008.
Las importantes conclusiones que se pueden extraer de esta encuesta son:
1) Entre los que no leen libros, un 40% dicen que les parece aburrido. Además, un 37% asegura no tener tiempo, mientras que un 12% no lo hace porque salen caros.
2) ¿Cuánto leen los que leen? Un 43% dijo que entre uno y cinco libros al año; un 30%, entre 6 y 10. Un cuarto de los que aseguraron leer libros dijo que fueron más de 10.
3) Los que leen expresan que el principal motivo es el placer (38%), "el estudio" (33%) y las "ganas de informarse" (14%).
4) Un 40% de las personas que leen libros los compra, mientras que un 27% los recibe prestados o como regalo y un 13% los consigue en el colegio o la universidad. Recién después de las descargas por Internet aparecen los préstamos de bibliotecas públicas, con un 6%.
Es interesante, rescatar las opiniones de quienes no leen. Otra vez, aparece la falta de interés y de tiempo. Igual, que en la encuesta ya expuesta, se cree que se debe a la falta de interés. Esta falta de interés que debe ser motivada por el Estado a través de sus políticas públicas.
Sin embargo, los que consideran que el libro es caro, hay una asociación directa entre el descenso social de la población y el acceso a la lectura. Si el país se empobrece, es muy probable que sus poblaciones carezcan de entretenimientos, ya que el ser humano primero trata de alimentarse y vestirse. En ese sentido, la lectura quedaría relegada.
Por ello, es necesario revertir la situación de las bibliotecas públicas y hacer que la gente en los barrios las visite como un lugar de reunión y sea el primer eslabón hacia un mejoramiento de la lectura. Ello será posible si valorizamos este lugar de encuentro social, lo que debería ser estimulado por los gobiernos nacionales, provinciales y locales a través de una adecuada infraestructura, de la provisión de libros y de docentes que promuevan la lectura. Pero lo más importante de todo, será ubicar a las bibliotecas en el lugar donde más se necesitan.
En torno a esta polémica de la situación de la lectura, Steve Jobs, cofundador de Apple y creador de productos únicos como la Mac, el iphone, el ipod, comentó “No importa cuan bueno o malo sea el producto, lo cierto es que la gente ya no lee, el 40% de los norteamericanos leen un libro o menos por año”.
Sin embargo, Harry Potter en el año 2007 vendió 9 millones de copias en 24 horas, El Código Da Vinci 60 millones, mientras que sólo se vendieron 3.7 millones de iphones en el mismo año.
En base a estos libros de moda, cabe preguntarse: ¿el mercado fija los libros a vender? ¿cuál es el futuro de la lectura profunda? ¿aparece un nuevo cuidado del medio ambiente a través de la lectura digital? ¿o lo que sucede es un nuevo sistema multimedial más democrático y masivo de lo que fue anteriormente la lectura?
Se ha hablado tanto de la muerte de la lectura. Pensar de esa manera, sería no entender lo que permite la lectura. La lectura no es solo conocimiento, es sentir, imaginar, creer, pensar y, además, la construcción social en el mundo que nos lleva a querer mejorar la vida humana. Por ello, libros como el “Nunca Más”, “El diario de Ana Frank” y “La cabaña del Tío Tom”, no hacen más que mostrarnos como el ser humano puede destruir a otro humano. Por ello, la lectura de esos libros sirven como construcción a un mundo mejor, haciéndonos más humanos.
Así, lo graficó en su discurso inaugural de la 35va Feria del Libro en Buenos Aires, la escritora Angélica Gorodischer al enseñarnos que “Fuimos humanos cuando nos apoderamos del libro“.
Por eso, no deberíamos hablar en términos de muerte de la lectura, sino de reinvención de la misma, a través de las tecnologías como sistemas de distribución (libro digital vs. libro de papel, Internet vs. editoriales, papel vs. pantalla).
Y detenerse en esa reinvención hace que la lectura no esté compuesta sólo de textos sino también de imágenes, sonidos y objetos. Lo que puede resultar un desorden en donde la falta de reglas y estética, pueda convertirse en un carnaval. Por ello, habrá que ser muy cuidadoso al establecer un límite hacia lo que debe ser la lectura en el futuro. Lo perjudicial para la humanidad sería una falta de análisis y de hacer de la era digital una búsqueda de lo efímero sin contenido conceptual. Por eso, la lectura profunda no debería morir jamás.
La Lectura en la Escuela
La situación de la lectura en las escuelas argentinas es un síntoma de la falta de adecuación de las políticas públicas para motivar a los niños a la lectura.
En ese sentido, Eduardo Báez Cruz, director de Libros para Niños, una fundación que promueve la lectura entre niños y jóvenes en Nicaragua, brinda un panorama de la situación “La escuela no ayuda a formar lectores, sino todo lo contrario: realiza un trabajo con el que logran que todo estudiante, de cualquier nivel, salga viendo a la lectura como un mal necesario”.
Asimismo, expresa que “…la mayoría de niños crecen en hogares donde no hay libros….Y es en el momento que los niños aprenden a leer que hay que enamorarlos de la lectura, darles materiales, para que empiecen a darse cuenta de que leer es divertido. Porque en el momento que aprende a leer, para el niño la lectura es algo fascinante.”
Evidentemente, esa pérdida de fascinación se debe al modo que se evalúa la lectura. El niño no se prepara para disfrutar de la lectura. Sino que lo hace pensando en cómo lo van a evaluar: que le van a preguntar, que resumen le harán hacer, el cuestionario a contestar, etc., entonces la lectura se va asociando con una obligación, con algo que hay que hacer para que le pongan una buena nota, que los padres no los reprendan si no aprueban, y así se genera en una dependencia de cómo te irá en la escuela.
Así, el niño que no tiene acceso a la lectura porque no posee los medios económicos para ello, asocia la lectura con una obligación. En cambio, cuando uno se forma como lector es porque la considera divertida, te hace sentir, sufrir, emocionarte.
Al respecto, el pedagogo italiano Francisco Tonucci expresa que “Desde que la escuela es democrática, es decir, abierta a todos, la mayoría de los chicos que acceden a ella no tienen una experiencia de lectura familiar: no tienen libros en casa y nunca han visto a sus padres leer un libro. ¿Cómo pueden entender entonces que escribir o leer es tan importante?". Es decir, que si los adultos no tienen placer por la lectura es imposible enseñarles que leer sirve mucho más que subrayar los sustantivos o verbos de un texto. Si la lectura es placer no se impone sino que se contagia. Por ello, el italiano dice que "Por eso la escuela tiene que suplir esa deficiencia".
Francisco Tonucci también es muy crítico con el sistema educativo. Hablando del sistema educativo italiano, que no difiere en ese aspecto en el argentino, piensa que a medida que baja la edad de los niños más baja es la formación docente. Considera que esto contrasta con la exigencia de los niños, porque es en esa época donde el desarrollo de los niños es el más importante.
Evidentemente, que esa falta de congruencia provoca que los docentes no entiendan a los alumnos, pero no porque no sepan entenderlos sino, porque no los escuchan. Así, Tonucci expresa que “…la actitud de los enseñantes es de hablar, de explicar, de enseñar, más que de escuchar. Como no se ponen en una actitud de escucha, no pueden vivir la experiencia de entenderlos”.
Sin embargo, esa falta de escucha a sus alumnos es parte de un sistema educativo de transmisión: ellos son los que saben y esa es la defensa de un maestro con poca formación: se cierra en esa postura del “que sabe todo” y la única manera de defenderlo es proponer siempre sin escuchar nunca. Así, Tonucci indica que “…se ponen en una actitud de ataque, y condenan al niño a una actitud de defensa, de recibir pasivamente, escuchar, repetir, sin interrogantes…”
De esa manera, sólo van quedando en la escuela los que se adaptan a esa cultura escolar. Los demás fracasan. A pesar de ello, los chicos se adaptan a ese tipo de docente. Hacen lo mismo que en sus hogares frente a la incapacidad de entenderlos de los adultos: el niño se queda solo, se encierra y va buscando otros medios para integrarse en el mundo como la televisión, la Internet, los amigos, los videos. Así, espera recibir su título en la escuela y después empezar su vida.
Y si se quiere estimular la lectura, es fundamental la obra del docente. Hay docentes que no leen. Entiéndase, si no le gusta leer cómo podrá transmitirle la pasión por la lectura alguien que no sabe lo que es disfrutar de ella. Por eso, el amor y las ganas de leer, de poder expresarse, de ir guardando en la memoria las experiencias leídas, sólo será posible con un docente comprometido y fascinado por la lectura.
Una sociedad humana que sea considerada no lectora en el futuro, perderá sus rasgos de humanidad. La evolución se convertirá en involución al detener su desarrollo cultural, ciudadano y democrático.
Propuesta para recuperar la lectura
Creo, fervientemente, que para que nuestro país sea el ejemplo del progreso para América Latina debería producirse una revolución cultural.
Coincidiendo con el diputado Agustín Rossi del Frente para la Victoria, es necesario y urgente encaminar la doble escolaridad.
Por ello, mi opinión de esta necesidad radica en la realidad social argentina ante las nuevas exigencias de la organización de las familias, con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y el riesgo de las casas vacías. Asimismo, para aislar a los chicos de la calle donde pueden quedar sumergidos en la droga, el delito y todas las miserias que produce el capitalismo en la humanidad.
Esta doble escolaridad obligatoria o jornada extendida permitiría generar una igualdad de oportunidades real para todos los chicos en edad escolar y una calidad educativa de excelencia que produciría la revolución cultural del país. En el futuro, redundaría en trabajo para los argentinos y progreso en la producción de bienes y prestación de servicios.
A través de esta extensión de la escuela, se permitiría que niños y jóvenes puedan asistir a actividades deportivas y talleres artísticos (teatro, música, lectura, etc.) con la participación de docentes, que de otra manera no lo podrían hacer, y que genere una instancia de retroalimentación estimulante en esas actividades.
En este marco, la lectura debe ser el motor de desarrollo para los niños y jóvenes. Aquí, vale la pena detenerse. Para poder llegar al lector, será necesario darle participación en la elección de los libros. No siempre el docente debería elegir el libro a leer. Y en esa participación, un punto intermedio sería que ellos elijan entre una cantidad de libros proporcionados por el docente (15 por ejemplo) cuál quieren leer, siempre mediando una síntesis del docente de cada uno de los libros a elegir.
La cuestión principal es que se desarrolle el amor por los libros. Generar una pasión, el sólo hecho de amar la lectura llevará al lector inevitablemente a los libros que forman nuestro canon universal. En contraste con ello, la lectura obligatoria alejará definitivamente a nuestro potencial lector de la lectura.
También, el Estado deberá participar en el fomento de las bibliotecas públicas destinando una parte importante de sus presupuestos. Además, en el caso de las personas que les gusta leer pero que encuentran caro a los libros, deberían editarse libros desde el Estado a precios económicos.
Tonucci piensa que la mayoría de las escuelas en los países desarrollados son ilegales. Lo sostiene al indicar que no cumplen con la Convención sobre los Derechos del Niño, que en su artículo 12º tipifica que los niños tienen derecho a expresar su opinión y a que esta sea tenida en cuenta. Los adultos deben consultar a los niños las decisiones que los afecten y no imponerles sus criterios. Es decir: dialogar.
Una anécdota de Tonucci sobre la escuela permite imaginar esa situación de falta de diálogo: “Imaginemos una sala de espera de una estación de tren, llegamos y vemos a 20 personas que leen, algo raro de por sí. Imaginemos que leen, no una revista o un periódico, sino ¡un libro! Ahora nos acercamos y descubrimos que todas leen el mismo libro. Nos inquietamos, ¿verdad? y ahora nos acercamos un poco más y vemos que todas esas personas van por la misma página. Parece obra de un demonio, ¿no? Pues bien, eso ocurre en la escuela todos los días".
Por eso, el objetivo de esta doble escolaridad es crear una sociedad cada día mas humana. Y ello será posible, si entendemos que la verdadera igualdad de oportunidades se logra con una carrera donde todos parten del mismo lugar de salida.
Es por ello que demando por un Estado que intervenga en la mayor proporción en la economía; a diferencia del pensamiento imperante del neoliberalismo, la corriente más cruel del sistema capitalista.
Así, con la doble escolaridad podremos lograr una sociedad más humana y con ella, un desarrollo de sus condiciones ciudadanas, éticas y democráticas. La verdadera democracia será posible con Educación, Salud, Alimentación y Vivienda para todos.